lunes, 11 de junio de 2012

UNO ES RESPONSABLE DEL MUNDO



Através de las edades, el ser humano ha venido buscando algo más allá de sí mismo, más allá del bienestar material, lo que llamamos Verdad, Dios, Realidad, un estado sin temporalidad, o sea, algo que no puede ser perturbado por las circunstancias, por el pensamiento o por la corrupción humana.
         
El ser humano se ha planteado siempre el interrogante: ¿Qué significa esto que llamamos vida? ¿Tiene la vida algún significado? Ve la enorme confusión de la vida, las brutalidades, las revoluciones de sangre y aguardiente, las guerras, la división interminable de las religiones, ideologías y nacionalidades, y con un sentimiento de continua y profunda frustración, se pregunta: ¿Qué  ha de hacer uno? ¿Qué cosa es esto que llamamos vivir? ¿Hay algo más allá?  A veces  dice: “He encontrado a Dios, al Padre, al Cristo”. Pero realmente no ha encontrado nada de inconmensurable, sino unas opiniones sobre ello, es decir, confunde los conceptos con la realidad. Y así, de esa manera auto-engañosa, cultiva la creencia  en un Salvador, en un ideal, pero la creencia invariablemente engendra violencia.
         
La pregunta de si hay o no hay Verdad o Dios, o como se llame, nunca puede ser  contestada por los libros, por los sacerdotes, filósofos o salvadores. Nadie ni nada puede contestar la pregunta, sino usted mismo y para ello, debe usted conocerse. 

La inmadurez se origina en la total ignorancia de uno mismo. El conocimiento de uno mismo es el principio de la sabiduría. ¿Qué es usted? Usted como personalidad es una  entidad local que vive en un país determinado, que pertenece a una cultura particular, a una sociedad particular y a una religión particular. Pero otra cosa es la Conciencia… que está  dondequiera. 

La personalidad humana es la pequeña entidad condicionada, frustrada, o satisfecha con sus pequeños dioses, sus pequeñas tradiciones; mientras que la Conciencia está interesada en el bien general, en la desdicha de los demás y la confusión del mundo.
         
Nuestra persona, es lo que hemos sido por  millones de años: colosalmente codiciosos, envidiosos, agresivos, celosos, impacientes, mentirosos, lujuriosos, violentos, con destellos ocasionales de gozo y afecto. Somos una mezcla extraña de odio, temor y gentileza. Somos a la vez violentos y pacíficos, pero condicionalmente. 

Ha habido un progreso exterior desde el carro de bueyes al avión, pero psicológicamente, como persona, no ha cambiado en absoluto, y la estructura de la sociedad en el mundo es su creación. La estructura social  exterior es resultado de la estructura psicológica interna de nuestras relaciones humanas; porque la persona es el producto de la experiencia total, el conocimiento y la conducta de cada uno de nosotros.    
         
Cada uno de nosotros es el almacén de todo el pasado. En la persona se expresa toda la humanidad. La historia completa del ser  humano está escrita en nosotros mismos. En la comprensión de todo esto está la verdad, y usted puede comprobarla si sabe mirar estas cosas en su vida. Y usted puede mirarlas a través de una ideología o de una pantalla de palabras, o a través de esperanza y temores. Cuando se da cuenta de esto, comprenderá que usted y nadie más es responsable del mundo y de sí mismo, por lo que piensa, por lo que siente, por su modo de actuar, entonces toda lástima de sí mismo desaparece.  Normalmente herimos echando  la culpa  sobre los otros, lo cual es una forma de autocompasión.
         
Cuando usted se dé cuenta de su condicionamiento, comprenderá la totalidad de su mente. La mente es el campo total donde funciona el pensamiento y existen las relaciones. Todos los motivos, intenciones, deseos, placeres, temores, inspiraciones, anhelos, esperanzas, penas, alegrías… están en este campo. Pero nosotros a través de los incontables siglos y por la acción del “Yo” psicológico, hemos dividido la mente en “activa” y “latente”, en el “nivel superior” y en el “nivel inferior”, esto es, en la superficie: todos los pensamientos, sentimientos y actividades diarias; y debajo de ésto, la llamada subconciencia donde están las cosas con las que no estamos familiarizados y que se manifiestan  ocasionalmente por medio de ciertas insinuaciones, sueños y percepciones confusas.
         
Nos ocupamos de un pequeño rincón de la mente donde pasamos casi toda nuestra vida, pero no sabemos cómo penetrar en el subconsciente con todas  sus motivaciones, sus temores, sus cualidades raciales o heredadas. Pero ese subconsciente también es tan trivial y confuso como la mente superficial; igual de estrecho, condicionado y falso como el oropel.
         
Ahora bien, ¿es posible que nos demos cuenta cabalmente de todo el campo de la mente y no sólo de una parte, de un fragmento? Si usted se eleva a un estado interior de Auto-conciencia de sí, estará actuando con atención completa y por lo tanto podrá  descubrir la totalidad de la mente. Es importante que se comprenda esto, porque cuando usted se da cuenta por completo de todo el territorio de su mente, no hay fricción, no hay conflicto, etc.
         
Vivimos en fragmentos: usted es una cosa en la oficina y otra en la casa, habla de democracia, y en su corazón es autócrata, habla de amar a su vecino, pero lo mata con la competencia, dice respetar a su cónyuge pero lo ultraja con sus celos; dice amar a sus hijos pero los irrespeta con su mal ejemplo y sus palabras groseras… ¿Se da cuenta de esta existencia fragmentaria en usted mismo? ¿Es posible mirar la totalidad de la mente, de manera completa? Lo cual demostraría que somos seres que queremos cambiar.
         
Sólo hay un modo de mirarnos: Mirarnos  inmediatamente, totalmente sin contar con teorías, supuestos, hipótesis, dogmas. Y sólo podemos ver la totalidad de uno mismo cuando nos observamos a sí mismos; en ese estado de Conciencia de sí vemos la totalidad de la mente y no un fragmento.
         
Pero la mayoría de la gente no puede, porque nunca se observa, nunca  mira en realidad el problema, y por eso culpan a otros, o explica de alguna manera las cosas, o se asustan al mirarlas. Pero cuando usted se observe totalmente, pondrá toda su atención, todo su Ser, todo lo que es, y entonces no habrá lugar para el temor, ni para la contradicción, ni, por lo tanto, para el conflicto y la contradicción.
         
En el estado de ser consciente de sí vamos  directo al auto-conocimiento. Ese estado de ser consciente nos torna atentos, sería como vivir con una serpiente venenosa en nuestra habitación: Vigilaríamos cada movimiento y estaríamos muy, muy sensible al más ligero ruido que hiciera. Tal estado de atención es Conciencia en acción; en ese estado de ser consciente la totalidad de nuestro Ser se revela, se muestra en ese instante…
         
Cuando usted se ha mirado así tan hondamente, podrá  penetrar a mayor profundidad. Entonces ya no vamos por la vida tanteando; nos moveremos en una dimensión totalmente distinta. La dimensión donde hemos pasado la vida, que es dolor, placer y temor nos ha condicionado, ha limitado la naturaleza de la mente, y cuando el dolor, el placer y el temor han desaparecido, entonces como un río cantarín de agua pura, adviene el conocimiento propio; allí no hay conflicto, ni sentido de separación de los otros.
Entonces hemos llegado al estado de plenitud…

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